
Los acontecimientos que estamos viviendo en la actualidad; como la pandemia del coronavirus, la violencia desatada, los conflictos entre países, los desastres naturales, entre otros, inevitablemente nos hacen pensar que estamos atravesando tiempos escatológicos, tiempos finales, por ende, los días próximos a la parousía, a la venida de nuestro Salvador. Pero, estos hechos ¿Nos deben poner en alerta como cristianos? ¿Debemos estar atentos a nuestra pronta redención? Daremos un vistazo, que nos dicen las Escrituras y la historia eclesiástica, sobre este asunto.
Lo primero, es evidenciar que nos dice la literatura neotestamentaria sobre la venida del Señor, y es por supuesto interesante analizar dos de los textos escatológicos más importantes, fuera de Apocalipsis; estos son Mateo capítulo 24 y 1ra de Tesalonicenses capítulo 4. Por una parte, Jesús señala que su venida será una sorpresa para todos, que será cuando menos se espere, por lo cual, insiste en estar preparados en todo tiempo. Y por otro lado, Pablo estaba expresando su pensamiento con relación a la venida de Cristo, donde él pensaba en ese momento de su desarrollo teológico (1ra de Tesalonicenses es la primera carta escrita por Pablo), que no iba a ver la muerte, sino que sería testigo presencial del retorno de Cristo por su Iglesia, al decir “nosotros, los que estemos vivos y hayamos quedado hasta la venida del Señor”; creía en el inminente retorno del Señor, al manifestar esta declaración.
Esta convicción no fue solo común en la era apostólica, sino que se fue transmitiendo a las siguientes generaciones, como en el periodo de los padres de la Iglesia, donde hay escritos que evidencias su pensamiento en torno al inminente retorno de Cristo; tal como lo escribe Clemente de Roma en su Primera epístola de Clemente, 23: “De cierto, pronto y súbitamente Su voluntad será cumplida, como testifica también la Escritura, diciendo: ‘rápidamente Él vendrá y no tardará”.. Clemente escribiendo esta epístola alrededor del 96 d.C. demuestra que aun seguía vigente este sentir, del inminente regreso del Señor. Donde también queda plasmado es en la Didajé, escrita estimadamente entre el 70 y 80 d.C. “Sean vigilantes por sus vidas, no dejen que sus lámparas se extingan, o que sus lomos se desnuden, pero estén preparados, porque no saben la hora en la cual nuestro Señor vendrá”. (Capitulo 16, sección 1, Didajé).
No solo en los primeros siglos de la iglesia fue donde se expresó esta enseñanza, sino que también en otro periodo importante de la historia cristiana, como lo fue la reforma protestante; donde Juan Calvino, el gran gestor de la doctrina protestante, realizó varias declaraciones sobre este asunto, sobre todo en su comentario al libro de Tesalonicenses, donde dice: “Estén preparados para esperarlo cada día o mejor a cada momento. Dado que Él ha prometido que regresará a nosotros, debemos mantenernos preparados a cada momento para recibirle. Hoy debemos estar alertas para asirnos al retorno inminente de Cristo”.
Calvino literalmente escribe que se debe estar alerta ante “el retorno inminente de Cristo”, queda de manifiesto, que esperaba el regreso del Señor en cualquier instante y que para tal evento se debía estar preparado siempre, en todo momento; señalando nuevamente: “Pablo pretende con esto animar a los Tesalonicenses a esperarlo, todavía más, mantener a todos los creyentes en suspenso, para que no puedan prometerse a sí mismo alguna hora en particular… que los creyentes puedan estar preparados en todo tiempo”. (Comentario de I y II Tesalonicenses)
Por tanto, los primeros cristianos bajo las enseñanzas de Jesús y los apóstoles, como en la sucesión apostólica con los padres de la iglesia y posteriormente en el siglo XVI, con los reformadores, se creyó en la inminencia del retorno de Cristo, animando siempre a los hermanos y hermanas de las diferentes generaciones, a que perseverarán en la esperanza del retorno de Cristo.
Es así, que no solo en tiempos convulsionados, de eventos catastróficos y periodos de incertidumbre, se debe pensar que Cristo viene ya, sino que todo cristiano, en todo lugar, en toda época, debe vivir consiente de la inminencia en el retorno de Cristo, pensando que la parousía puede suceder en cualquier instante; lo cual nos debe llevar a vivir siempre apercibidos y listos para esperar Su regreso, por nosotros como iglesia, o como individuos, afectando derechamente nuestro ethos y nuestra praxis cristiana, comprendiendo también, la urgencia que todos y todas necesitan conocer a Jesús.
Por eso decimos como los primeros cristianos: ¡Maranatha! ¡Ven Señor Jesús!
Cristian Quilodrán Alfaro
Muy bien!